El Glaucoma engloba un conjunto de
enfermedades que, generalmente, no tiene síntomas y provoca daños
irreversibles en el nervio óptico, produciendo un adelgazamiento de este
como consecuencia de la pérdida de fibras nerviosas. Se caracteriza
también por pérdida del campo visual
y otros cambios funcionales con compromiso de la percepción de color,
sensibilidad al contraste y motilidad.
En la mayoría de los casos, este trastorno está
asociado con la hipertensión ocular. Si no se controla debidamente, la afección
causa pérdida de visión periférica y puede conducir a la ceguera. De hecho, se
trata de la segunda causa de ceguera total a nivel mundial, según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), únicamente superada por las cataratas.
Las personas que sufren de glaucoma pueden tener
muy buena visión pero si la enfermedad avanza y el nervio óptico continúa su
deterioro, eso traerá como consecuencia una progresiva pérdida de la capacidad visual que en algunos casos muy
avanzados puede comprometer la agudeza visual central.
Afortunadamente la mayoría de la las personas
con glaucoma conservan una visión central funcional pero algunos pacientes con
glaucoma pueden tener algo llamado “baja
visión”. La baja visión es un término que explica cuando las personas
tienen dificultades visuales en sus actividades diarias a pesar del uso de sus
gafas.
La baja visión puede ser causada por distintas
enfermedades, accidentes o malformaciones congénitas; en todos los casos se
trata de una razón crónica e irreversible, por lo que la rehabilitación de la
baja visión entra en juego cuando el oftalmólogo no puede hacer nada más por
mejorar la visión. El glaucoma crónico simple se encuentra dentro de las tres
primeras causas de discapacidad visual en el mundo.
La
baja visión por glaucoma trae incomodidades como la alteración
de la visión de colores, reducción de la sensibilidad al contraste y deslumbramiento entre otros. Para estas
molestias visuales, los lentes con filtros de colores como el color ambar
pueden reducir los efectos incómodos del deslumbramiento.
La “intensidad de la luz” muchas veces puede
generar incomodidades y ser un reto para los pacientes con glaucoma. Muchas
personas con glaucoma son muy sensibles a la luz excesiva, especialmente a días
muy soleados o las luces blancas intensas como por ejemplo las de los almacenes
o centros comerciales. Al mismo tiempo, las condiciones de poca luz también pueden generar dificultades.
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