Los traumatismos químicos, originados generalmente por un álcali o un ácido, constituyen una emergencia oftalmológica. Estos agentes son capaces de provocar desestructuración y destrucción tisular aguda sobre la córnea, conjuntiva y esclera en minutos, incluso en segundos.
La córnea para conservar su transparencia, bajo
condiciones de estricta armonía e intercambio fisiológico, necesita de la
integridad de sus capas, un intercambio iónico eficaz y un equilibrio osmótico
e hidroelectrolítico. A esto se suma la adecuada disposición de las fibras
colágenas, queratocitos, proteínas y lípidos entre sus estratos.
La película lagrimal, como componente
hidrolipomusinoproteico, presenta un ph que oscila entre 7,1 y 7,8
(prácticamente neutro), por lo que soluciones o sólidos, básicos o ácidos,
alteran de inmediato su equilibrio. Sustancias con ph menor o igual a 3,5 o
mayor o igual a 12, son corrosivos en potencia y perforan la estructura ocular
en muy corto tiempo.
Las reacciones producidas, tanto en un proceso
como en el otro, tienen el mismo denominador, una reacción química productora
de calor (reacción de saponificación). Estos compuestos químicos, en
dependencia de su naturaleza, al contactar con la primera barrera, la película
lagrimal, así como con la córnea conjuntiva y esclera, provocan la reacción
química y el daño tisular.
Las proteínas con su secuencia helicoidal de
aminoácidos, envuelta sobre sí y mantenida por enlaces de hidrógeno, al
reaccionar con sustancias ácidas y básicas, rompen los enlaces de hidrógeno con
plegamiento y ruptura irreversible de su estructura, se coagulan las proteínas
con los agentes ácidos, mientras que los álcalis las desnaturalizan. También
actúan sobre los lípidos, alteran su polaridad y con sustancias de propiedades
dispares, rompen los enlaces de éster; así perforan el globo ocular al no crear
barreras estas sustancias estructurales al desnaturalizarse.
Dentro de todos los traumas, los químicos en
nuestro medio representan el 58,5 % y de estos, 69,3 % son los producidos por
álcalis. El 87,9 % de los accidentados son jóvenes, se ve en obreros pecuarios,
agrícolas, amas de casa, peluqueras y mecánicos entre otros.
Tanto las sustancias ácidas como las básicas, al
contactar la superficie ocular provocan quemaduras que en cuestiones de
segundos o minutos penetran y se extienden al globo ocular, son absorbidas e
impregnadas en los tejidos que se encuentran a su paso. Por esto, un actuar
enérgico y consecuente, independientemente de su etiología, evitará al paciente
situaciones en las que corra riesgo la estructura ocular y la función visual.
0 comentarios:
Publicar un comentario