Más de 60 millones de personas sufren glaucoma en
el mundo, una enfermedad que afecta al nervio óptico, generalmente por
acumulación de fluido en la parte anterior del ojo que aumenta la presión
intraocular y puede afectar gravemente a la visión e incluso llegar a la
ceguera si no es tratado.
No obstante, en la mayor parte de los casos, la
pérdida de visión puede ralentizarse si la enfermedad se trata a tiempo,
explica el profesor Luis Fernández-Vega, director médico del Instituto
Oftalmológico Fernández-Vega, quien destaca la importancia de "tener un
hábito de vida saludable y evitar el consumo de tabaco, obesidad y el
sedentarismo, pues aumentan el riesgo de desarrollar glaucoma, primera causa de
ceguera irreversible en personas mayores de 60 años".
Otros factores de riesgo de padecer glaucoma,
segunda causa de ceguera en el mundo, son: las personas con antecedentes
familiares de glaucoma; personas de origen africano y asiático; personas con
altas miopías o como consecuencia de la evolución de otras patologías, que
pueden ser tanto oculares como sistémicas. Entre las primeras, destaca la
uveítis, alteraciones de la retina, alteraciones del cristalino, tumores
intraoculares, desprendimiento de tejido de las diferentes estructuras del
interior del ojo, etc.
"En el caso del glaucoma, la prevención es
particularmente relevante, ya que se va perdiendo la visión periférica de forma
lenta y progresiva. Si el paciente no percibe ese deterioro, puede llegar a
perder totalmente la visión. De hecho, se calcula que el 50 % de los pacientes
con glaucoma no sabe que lo padece. Sólo en el caso de un ataque de glaucoma
agudo, el ojo se pone rojo y aparece un dolor muy intenso, que puede ir
acompañado de visión borrosa, náuseas y vómitos", explica el doctor
Rodríguez.
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