Blog Institucional del Centro Internacional de Retinosis Pigmentaria Camilo Cienfuegos de La Habana Cuba

miércoles, 6 de diciembre de 2017

¿Qué es la Foseta del Nervio Óptico?

La foseta del nervio óptico es una anomalía congénita, que se considera rara y que fue descrita por primera vez por Wiethe en 1882, en una paciente de 62 años. El autor se refirió al hallazgo como una "depresión oscura y gris" del nervio óptico. Forma parte del espectro de las anormalidades congénitas del disco óptico, específicamente a las llamadas anomalías de configuración. 

En este grupo de entidades puede incluirse también el síndrome de Morning Glory, el estafiloma yuxtapapilar y el coloboma del nervio óptico. Se considera que representa una variable más leve en el espectro de los colobomas del nervio óptico. Esta teoría se sostiene basada en el hecho de que eventualmente coinciden ambas patologías. 

Por otra parte, Kennet, Thompson y otros plantean que los optic pits o fosetas del nervio óptico son usualmente unilaterales, esporádicos y no asociados con anomalías sistémicas, mientras que los colobomas suelen ser bilaterales con la misma frecuencia que unilaterales y pueden verse asociados a variados desórdenes multisistémicos. A esto se suma que las fosetas no se acompañan de colobomas de iris o retinales.

Se considera que el origen de la enfermedad ocurre al producirse un cierre imperfecto de la fisura embrionaria. Se trata de invaginaciones intrapapilares, de color gris perlado de tamaño comprendido entre 0,1 y 0,7 diámetros papilares y recubiertas de material glial pálido. La incidencia es de 1 en 11 000. 

Las mujeres y los hombres son igualmente afectados y se reporta que de un 10 a un 15 % son bilaterales. En la foseta unilateral, el disco afecto es mayor que el normal y puede tener una apariencia gris, blanca o amarilla. En la mayoría de los casos se aprecia una sola foseta; sin embargo, ocasionalmente se encuentran dos o incluso tres por disco.

Esta entidad puede detectarse como un hallazgo al examen oftalmológico rutinario y mantenerse el paciente asintomático; sin embargo, en un 40 a un 60 % de los individuos, se asocia con esquisis de capas internas y desprendimiento seroso de la mácula. Se manifiesta como una importante pérdida visual central a punto de partida de estas complicaciones, y su aparición es más frecuentes entre los 30 y los 40 años de edad.

Esta característica propia de la enfermedad de involucrar a la mácula es lo que ha traído como resultado que la comunidad científica se plantee la interrogante de qué hacer en estos casos; pero la dificultad máxima para llegar a un consenso es su baja incidencia, lo que dificulta realizar estudios con muestras más amplias. 



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