La ambliopía es la disminución unilateral o
bilateral (raramente) de la agudeza visual mejor corregida, causada por
deprivación formal de la visión y/o interacción binocular anormal, para la cual
no se halla una afección del ojo o la vía visual.
Aparece en la infancia temprana, puesto que es
consecuencia de las disfunciones sensoriales que se producen de manera precoz
en la vida, cuando la corteza visual del niño se encuentra sensible o lábil,
gracias a la plasticidad que posee para adaptarse a los estímulos provenientes
del medio ambiente.
Este desarrollo de la visión normal tiene un
periodo crítico cuya etapa más sensible es desde el nacimiento hasta los 18
meses de edad y disminuye paulatinamente hasta los 8 años de edad. En este
proceso continuo de desarrollo es importante que los estímulos procedentes de
ambos ojos posean una misma representación en un punto de la corteza visual, se
realicen de manera simultánea y las imágenes posean una calidad similar.
Después que pasa esta etapa crítica, las células de la corteza visual estriada
no pierden su función aunque puedan estar sujetas a periodos de privación
visual.
Esta afección tiene una frecuencia de 2-4 % en
la población infantil y es una causa evitable de disminución de la visión. La
mayor parte de las ambliopías pueden ser tratadas con éxito durante la infancia
(hasta los 9-10 años de vida), aunque suelen tener un alto costo. Si no se
tratan en esta época, posteriormente ya no habrá ninguna terapia que resulte
efectiva.
La tiflopedagogía ha demostrado que la educación
especialmente dirigida desde las edades más tempranas es imprescindible para
poder garantizar el desarrollo físico, intelectual, moral y estético de los
niños con deficiencia visual, así como desarrollar los procesos correctivos
compensatorios y, en aquellos que tienen estrabismo y ambliopía
particularmente, lograr una rehabilitación visual en las etapas más sensitivas
del desarrollo infantil.
La ambliopía no debe provocar trastornos
psicológicos en los niños y niñas que la padecen, puesto que ellos no son
conscientes de la debilidad de su visión; sin embargo, el tratamiento recibido
sí les puede resultar una "carga". Si ellos lo ven como un defecto,
el hecho de tener que llevar tapado el ojo puede provocarle sentimientos de
vergüenza, inseguridad o incluso de culpabilidad si llega a creerse diferente a
sus compañeros.
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