Los especialistas refieren que para ello se
deben tener en cuenta una serie de medidas, entre las que se destaca mantener
la higiene ocular limpiando regularmente las secreciones, lagañas y restos de
suciedades que se acumulan alrededor de los ojos, utilizando un algodón
impregnado con agua hervida.
Es importante revisar diariamente al animal; ver
las lesiones, enrojecimientos y cuerpos extraños en los órganos cercanos a los
ojos como los párpados, la nariz, la boca y los oídos; puesto que tienen
incidencia en los mismos y viceversa.
Por otro lado no podemos olvidar que el
veterinario es el que sabe qué medicamento necesita el animal cuando algo no
anda bien; y que si se utiliza alguno indebido por no contar con los
conocedores de la materia se podría afectar aún más el padecimiento.
Por ello, ante cualquier síntoma de afectación
en el sistema ocular, se debe acudir lo antes posible a la consulta con vistas
a recibir el tratamiento correcto.
En casos de demora para llevar al animal
afectado al médico, se puede tratar de aliviar el dolor ocular lavando los ojos
con agua hervida y colocando compresas para mantener la humedad.
Además, hay que tratar de evitar que se frote
los ojos o los restriegue por las paredes o el suelo; para lo cual se le puede
colocar un collar Isabelino, un aditamento de fácil confección empleando
materiales como cartón y plástico.
Los cuidados que podamos brindar a nuestras
mascotas para prever y evitar cualquier daño en el sistema de visión, siempre
deben estar presentes.
Por ejemplo, en algo tan simple como el baño de
los perros se debe tener extremo cuidado con los ojos y oídos. En el caso de
las jicoteas hay que renovar el agua habitualmente; y en los hámsteres cambiar
su lecho para evitarles infecciones.
Estudios científicos han comprobado que la
posición, la forma de la cara y color de los ojos en algunas razas de perros y
gatos los predisponen a sufrir determinados problemas oculares.
Entre las enfermedades más comunes que se
heredan figuran las cataratas, la degeneración de retinas y el entropión; este
último no es más que una inversión del borde libre palpebral que arrastra a las
pestañas produciendo irritación de la conjuntiva y de la córnea.
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